Si por aquello de que la realidad supera cualquier ficción, y el genio de alguna lámpara mohosa se me apareciera para formular la pregunta de rigor, yo no dudaría, ni un segundo, en confiarle mi deseo: que mi vejez sea lo más parecida a la de Huhg Hefner, el amo y señor del imperio de las conejitas.
¿Por qué? ¿Ustedes qué creen? En la amazonía peruana -y en otros lugares del mundo también, dejémonos de chauvinismos- existe una certeza ancestral que asocia a las relaciones -relaciones en el término más amplio, por siaca-, si no a la eterna juventud, sí a una manera bastante decorosa de conservarse, rodeado de la compañía adecuada, cuando a otros coetáneos no les queda más remedio que vivir -o inventarse- del recuerdo de sus años maravillosos.
Hugh Hefner, celebrando sus 83 abriles, el pasado 9... Reparar en su sonrisa de fauno.
BUENA COMPAÑÍAY a pesar que las amigas de Manuela Ramos o Flora Tristán eleven sus gritos al cielo, a continuación una pequeña galería de las últimas playmates del envidiado Hugh. ¿El nombre de las pequeñas? Bueno eso de pequeñas es sólo una manera de decir, pero, en realidad, dejémonos de hipocresías, el nombre no importa mucho.
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