sábado, junio 14, 2008

VIEJO, MI QUERIDO VIEJO...


Un Piero afónico, casi sin voz, era anunciado en Iquitos para, con 2 días de adelanto -el viernes 13-, cantarle a todos los "viejos" de estos lares. Con un caminar firme, todavía sin perdonar al viento, la vieja melodía me lleva a través del tiempo a 1969 -uno de los años felices más esplendorosos-, cuando Piero de Benedictis hizo su aparición .

Recuerdo a Carlos, mi padre, fuerte -para decirlo mejor, con mayor fortaleza que la que ahora muestra y demuestra-, trayendo a casa el pequeño disco de acetato para escucharlo -todos- en nuestro flamante Philips.

A mi mente llegan las imágines, los colores, las voces, los olores, el silencio de aquella tarde, allí, en nuestra sala familiar. Recuerdo la sonrisa benévola de mi madre y su observación "pero, viejo, ¿cómo le vas a regalar este disco a tu padre?", agregando, definitiva, "¿acaso él camina lerdo?"

Resumiento, papá jamás le regaló el disco al abuelo, pero, a través de los años -y no necesariamente sólo con ocasión del Día del Padre- el disco sonó y sonó como una confirmación del amor de hijo.

Ahora, mi padre, con sus 83 años a cuestas, y con una vitalidad que hasta el mismo Piero -con sus 63- envidiaría, lo único que arrastra, jubiloso, es su alegría sin el menor asomo de tristeza larga alguna. Y sus ojos buenos. Y su figura pesada.

Ahora, el que sonríe, con cierta nostalgia, soy yo, al comprobar que siempre fui -siempre seré- su silencio y su tiempo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente Carlitos (o Pinky), yo recuerdo aquel Phillips y la colección tremenda de discos de tu Papá, o mi Tío y lo longevo que fue tu abuelo, por lo que no aparentaba su edad, ya imagino el porque no le regaló nunca el disco. Un abrazo, Pepe G.