jueves, marzo 12, 2009

¿NO HAY SEGUNDA SIN TERCERA?


La stratocaster de Eric Clapton y la voz de Steve Winwood -"Can`t find my way home"- en algo alivian el dolor que sólo quienes, alguna vez, hemos sido infectados por el aedes aegypti podemos sentir.

Con las sienes latiendo en síncopa perfecta, acesante la respiración, debilitado hasta la decrepitud, rehuso, sin embargo, a sentirme derrotado. Siendo un veterano del dengue, que ha resistido, a pie firme -ejem, ejem, bueno, no tan firme, lo confieso-, por dos veces la enfermedad, sólo espero que sean las 5:00 de la tarde para recibir los resultados de la muestra de sangre que un draculesco técnico me extrajo hace un par de horas.

Mi salud quebrantada hace que mi sensación de soledad sea mayor, sobre todo teniendo en cuenta que llegué a Aguaytía hace menos de 4 semanas, incluyendo un par de partidas de fin de semana a la siempre hospitalaria Pucallpa, y no conozco a casi nadie... El recuerdo de Coquito, el libro de enseñanaza de lectura de mi lejana infancia allá en Cartavio -"mi - ma-má -me -mi-ma"- se entremezcla con un aguardientoso "no hay primera sin segunda", y no me queda sino resignarme, hacerme la idea a que, en mi solitaria habitación, sólo aguarda por mí una cama en la que tratarán de reposar mis adoloridos huesos.

Pero, ¿y si no fuera dengue? ¿Si acaso se tratara sólo de una virulenta gripe, de esas que te hacen sentir, incluso, dolor de cabello?... En realidad poco importa, porque al final el sentimiento de agonía es muy parecido.

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