domingo, marzo 15, 2009

CADÁVERES MUERTOS


Antes que Róger Sánchez Carbajal -una de las musas inspiradoras de "Los chistosos" de RPP- nos entable una demanda ante INDECOPI, debemos dejar en claro que esto de "los cadáveres muertos" es sólo una licencia para referirnos a Tony Tang Gonzales, el vacado alcalde de la provincia de Padre Abad, para algunos un cadáver político.

Sucede que ayer, sábado, Tang Gonzales se apareció por la localidad de San Alejandro, capital del distrito de Irazola, en la provincia de Padre Abad, como quien no quiere la cosa -en realidad llegó con el consejero regional Wilder Alguayo- y demostró que no sólo no era un cadáver sino que goza de una envidiable salud política.

San Alejandro había amanecido predispuesto a excesos festivos, y la lluvia, espantada primero por los entusiastas vientos y vigorosas percusiones de la Banda Juventud Real, terminó convencida de lo estéril de sus intentos y se sumó a la algarabía, convirtiendo las calles en fangales.

La población de San Alejandro -al menos la deportista- tenía razón para haber despertado con el entusiamso on the top: Esa mañana -a las 10:00, aunque, en verdad fue, ¡bendita hora peruana!, pasado el mediodía- el presidente Jorge Velásquez Portocarrero colocaría la primera piedra de lo que será el estadio municipal.

Allí estaban, en el pampón hecho una alfombra cenagosa, más de doscientas personas, además del grupo de jóvenes danzarines, lánguido el estómago pero sin perder el entusiasmo; los muchachones de la Juventud Real; el alcalde del distrito, Manuel Gambini, shambo shambo el rostro de puro emoción; el provincial, Alejandro Ureta Soto, con las botas de jebe embarradas como si estuviera trsbsjsndo su chacra, y, claro, Jorge Velásquez Portocarrero, con su comitiva de funcionarios, chalequitos del GOREU y todo lo demás.

Y, como caído con la lluvia apareció Tony Tang. El presidente regional, ojo avizor, apenas lo vio le dio la bienvenida y los asistentes arrancaron en espontáneos aplausos... que minutos más tarde, ya en la loza deportiva, al costado de la plaza principal, se convirtieron en abrazos, apretones de manos y besos de los ciudadanos de San Alejandro.

¿Sería el barro que en ese momento cubrían las botas que el ex alcalde calzaba? ¿La cercanía a un pueblo que lo quiso tener siempre próximo a él? De repente sí, de repente más -las obras, por ejemplo-, pero lo cierto es que esa lozanía política, además de entusiasmar a muchos, parece haber preocupado a más de uno... incluso a algunos de su propia bancada política.

El cadáver goza de buena salud.

Un poco la metáfora del puente Huacamayo que hasta ahora no desarrollamos.

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