martes, julio 29, 2008
¿Y QUÉ DE LA AMAZONÍA?
Los funcionarios del gobierno, derramando miel y lisonja, se prodigaron en cumplidos. El canciller José Antonio García Belaunde, señaló que el mensaje a la Nación, dirigido por el presidente Alan García, fue "preciso y completo". El titular de la cartera de Trabajo, Rafael Rey, por su parte, afirmó que el mensaje presidencial fue "completo y sin ningún tipo de triunfalismo". Otros, como el ministro de Salud, Hernán Garrido Lecca, urgido por el ímpetu presidencial de construir un hospital cada mes, no le quedó sino retractarse y olvidarse de su famosa propuesta del llamativo "punto de oro" y, flemudo decir: "Tendré que ser humilde para inaugurar un hospital por mes".
Pero en este coro de opiniones, hubo, también, voces disonantes, que, obviamente no procedían del odicialismo: Sinesio López Jiménez, analista de la política nacional, le puso salsa a los epítetos que el discurso presidencial provocó y lo catalogó, casi musicalmente, como “un periódico de ayer”, aludiendo a lo poco novedoso de él. Héctor Lavoe, en la gloria, claro.
De apetito mayor resultó el presidente de la región Lambayeque Yehude Simons quien, sospechamos, se quedó con la boca haciéndole agua. El presidente Simons -sibarita como todo chiclayano- afirmó que la perorata presidencial fue “como cuando un chiclayano te invita un arroz con pato y el arroz está rico…. pero le falta el pato”. No hay frustración mayor para un norteño que el quedarse sin saciar su hambre de carne.
Y es que el discurso presidencial resultó, por largos momentos, una sedante cortina de números y referencias estadísticas. De los 106 minutos tomados por García para enumerar una larga lista de logros en los diferentes sectores -al igual que asumir públicamente compromisos que la opinión pública- la alusión a la amazonia sólo le mereció unos cuantos segundos.
Así, a los temas nacionales de fondo sobreentendidos –la reforma del Estado y la corrupción- y otros de coyuntura –como el manejo del fenómeno inflacionario y el alza de precios-, sobresale, por su elcouente silencio, nuestra siempre olvidada amazonia.
De Loreto, apenas una mención con inciensos de avemarías ajenas. Se refirió a 120 millones de soles invertidos por el gobierno central, el regional y los gobiernos locales para dar solución al problema del agua potable a casi la totalidad de la ciudad de Iquitos. Una verdad a cuartas. Del total de la inversión, la mitad corresponde al JBIC, un banco japonés. El gobierno peruano puso una parte significativa, pero no le correspondió al presidente García adoptar la decisión. Él sólo cortará la cinta, romperá la botella de pisco de rigor y, claro, aparecerá sonriente en la foto.
La otra referencia le cupo a la región Ucayali. Apenas el tiempo necesario para citar la obra del Puente Chino y la Carretera Aguaytía-San Alejandro. Ni la menor alusión al paquete de leyes que busca privatizar lo que los burócratas limeños denominan “tierras eriazas” de la amazonia. Y menos la concesión de los bosques amazónicos, sino su venta. Nada.
Por ello es que su candorosa solicitud para que los peruanos asumamos una "revolución del alma" exige ser predicada con el ejemplo de la acción y de una nueva –y más humilde- actitud frente a las cabales perspectivas que el éxito económico del Perú como país genera, y que el presidente García asume como logro suyo.
Algo de modestia y una franca vocación de servicio –anclada en esa inspirada "revolución del alma"- no le vendría mal a él... Y, claro, tampoco a nosotros, los abandonados amazónicas.
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