
Uno, organizar un partido político que, a lo largo de su historia, ha demostrado cohesión solamente cuando su fundador estaba con vida. Elías Mendoza parece haber comprendido la necesidad de organizar la agrupación y no ha encontrado mejor estrategia que volver a los tiempos de la génesis de Acción Popular: los claustros universitarios. En efecto, habría que recordar que, en 1956, Fernando Belaunde, entonces joven arquitecto de 44 años, fue propuesto como candidato a la presidencia de la república por el Frente de Juventudes Democráticas, conformado por alumnos suyos de la Universidad Nacional de Ingeniería.
Y es que, hasta principios de los 90, la juventud universitaria del país, con sus diversas percepciones, naturales por cierto, siempre tuvo una visión crítica de lo que ocurría en el Perú y, cuando el caso lo ameritó, el no de su protesta se hizo sentir, haciendo tambalear y terminando por derrumbar a los regímenes abusivos y antidemocráticos.
Eso se perdió y, con correcta visión, ahora trata de ser remediado por el presidente de Acción Popular. Pero el intento no queda allí, va más allá, y este es el segundo de los objetivos mediáticos arriba aludidos: la propuesta integradora del precandidato de Acción Popular incluye la creación y la promoción del movimiento de Opinión Pública "Alianza Ciudadana", de eminente coyuntura electoral, y que trata de aglutinar los votos independientes del “centro político peruano, asegurando la próxima elección de un coherente régimen democrático que garantice a la nación un desarrollo en libertad", o sea él. Una suerte de outsider, pero con camiseta usada.

La estrategia política es correcta, sobre todo si se tiene en cuenta el afecto que los habitantes de la amazonía sintieron por Fernando Belaunde y que, podría recobrarse en beneficio de Acción Popular. Más si se tiene en cuenta que la integración Pacífico-Atlántico, a través de la amazonía, fue un sueño que el presidente Belaunde tuvo hace ya 46 años.
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