lunes, mayo 12, 2008

La Ley y el Orden

La ley -su cumplimiento y acatamiento- es uno de los instrumentos que la sociedad humana ha ido creando, a lo largo del tiempo, para tratar de vivir en orden y armonía. Quebrarla -no obedecerla, no respetarla, desconocerla- es lo que justamente produce anarquía, caos y desgobierno. La reflexión cae por su propio peso -¿o pezo?-. La testarudez del alcalde de Maynas, Loreto, Perú, Salomón Abensur Díaz, que bien podría ser encauzada a tareas más dignas y nobles, lo ha dejado expuesto, como sorprendido con los pantalones abajo. Porque el problema se inició por su testadurez de trasladar, contra viento y marea, y sin tener el Estudio de Impacto Ambiental incluido, el botadero municipal al kilómetro 30,5 de la carretera Iquitos-Nauta. Ahora, por decisión inapelable del Poder Judicial, tendrá que salir de allí. Y aquí ya no servirá que trabajadores de la gestión municipal arrojen basura en el frontis del Poder Judicial, o que los trabajadores de M&P -la empresa que Herman Pezo Rentería compró, a principios de 2,006, a José “Tato” Barcia Romano- marchen, protestando, por las calles de la ciudad. La responsabilidad de las autoridades es enorme en términos de ejemplo. Del buen ejemplo, claro está.

PRECEDENTE
Por ello, la decisión del Poder Judicial sienta un precedente sobre el que habrá que retornar para reflexionar con mayor profundidad y detenimiento. Recordarles a las autoridades que la ciudadanía las eligió no dándoles patente de corso, sino para que desarrollen su mandato de servir -no servirse- dentro de los parámetros de la legalidad. Que el cargo que ocupan ahora no durará eternamente, y que, cuando menos se den cuenta, comprobarán que son seres mortales, con sus flaquezas, mediocridades y prejuicios. Y que, al caminar por las calles, comprobarán que ni los canes callejeros les menean la cola. Por de pronto, quien sí parece haber entendido la dinámica de la ley es Rafael Saavedra, gerente general de Maynas. Saavedra, al enterarse del fallo desfavorable de la Sala Civil -integrada por los magistrados, Carlos Del Piélago Cárdenas, Carlos Atarama Martínez y María Chirinos Marurí- no le quedó otra alternativa que moverse mientras exclamaba: “... Para nosotros es enormemente justa (la resolución judicial) y creo que los integrantes de la Sala Civil dan confianza en relación a sus fallos…” What? ¿Y por qué, entonces, el empecinamiento, desde el principio, para instalar el botadero en dicha zona? ¿Acaso no sabía Saavedra -al igual que el alcalde- que más tarde que nunca la ley tendría que imponerse? Razones poderosas debieron esgrimirse para proseguir con esa terquedad, ¿no lo creen?

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