sábado, mayo 24, 2008

ALBERTO RIVERA FERNÁNDEZ: ¿UNA MUERTE INÚTIL?


Conocimos a Alberto Rivera a poco tiempo de llegar a Pucallpa. Corría 1993 y aquel año lo recordamos, en especial, por el recuerdo de la acepción de la palabra sudor vinculada al trabajo. Fue en casa de Raúl y Sarita Ríos –cuando Carta Abierta -por romántica e ingenua decisión de Raúl- dejó el formato de revista para ¿evolucionar? en diario. Aquella tarde de limonada helada la conversación se centró en política doméstica y práctica periodística.

No nos veíamos con frecuencia y nunca llegamos a ser amigos entrañables, pero siempre existió una relación de respeto, a pesar –o debido- a su incendiario –y muchas veces irresponsable- estilo periodístico. Lo cierto es que, convertida Pucallpa en nuestro penúltimo puerto de estadía, y ya afincados en Iquitos, la mañana del 22 de abril de 2004 –un día después- nos enteramos que Alberto Rivera no sólo había muerto, sino que lo habían matado cobardemente.

A más de 4 años de los hechos, la próxima semana, la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema presidida por Robinson Gonzales Campos, e integrada por los vocales José Luis Lecaros Cornejo, Raúl Valdez Roca, Hugo Molina Ordóñez y Ricardo Vinatea Medina –viejo conocido por estos lares- resolverá el pedido de nulidad presentado por los familiares del asesinado periodista.
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¿Por qué la solicitud? En noviembre del año pasado la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Ucayali, presidida por Juana Tejada Segura, e integrada por los vocales Leoncio Humaní Mendoza y Pablo Lévano Véliz, absolvió a Luis Valdez Villacorta –alcalde de Pucallpa- y Solio Ramírez Garay -ex vocal de la mencionada Corte y ex gerente general de la municipalidad de Coronel Portillo- del cargo de autoría intelectual del crimen de Rivera. Alberto Rivera se había convertido, durante mucho tiempo, en la piedra en el zapato de Valdez, a quien, diariamente, en su programa de Radio Oriental, vinculaba con el narcotráfico.

Lo cierto es que tanta condescendencia despierta Valdez que la Corte, benigna y generosa, aquel día, le concedió al “gato” –así llama la revista Caretas a Valdez- nada menos que 45 minutos, que empleó para perorar acerca de su vida y su "lado humano", retratándose como un empresario honesto y dadivoso. Todo un angelito.

Ahora, no nos queda sino estar muy atentos al fallo de la Sala Penal de la Suprema. Los responsables -todos, sin excepción, no sólo los que apretaron el gatillo o contrataron a los sicarios- deben recibir el castigo que la justicia humana contempla.

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